8/11/10

Día de muertos CUSur

La magia se hace presente

Día de muertos, día para recordar a todos aquellos que ya no están  con nosotros, pero también día de fiesta para la sociedad mexicana por su gran tradición. La festividad de día de muertos tiene orígenes prehispánicos. Esta celebración se llevo acabo en las culturas mexica, maya, purépecha y totonaca y hoy en día el pueblo mexicano la sigue celebrando con el mismo fervor que en épocas pasadas.
Los preparativos empezaron desde muy temprano, jóvenes universitarios participaron en un concurso de altares no solo para conmemorar a los muertos sino también para demostrar que todo en la vida requiere de de dedicación y esfuerzo, “hasta la muerte”.
Flores de cempasúchil, pan, comidas, papel picado, música, incienso, calaveras, tequila… todos estos elementos fueron parte de una tarde dedicada a los muertos.  Aunque la celebración se llevo a cabo dos días después de la fecha en que se conmemora a los difuntos, se hizo con entusiasmo y sin perder la esencia de lo que significa un día como ese.
Grupos de las diferentes carreras del Centro Universitario del Sur, se reunieron para armar  su altar desde muy temprano, aunque el concurso fue en la noche era indispensable organizar todo, afinar los más mínimos detalles, buscar la perfección, la armonía y sobre todo conservar la tradición.
Mientras la tarde se acercaba y la temperatura empezaba a descender, las personas se reunían en el pasillo designado para el concurso, puestos de comida y de artesanías se colocaron a los alrededores, los danzantes hicieron presencia y el equipo de sonido se preparaba para dar inicio a este gran evento. Carreras, convirtiéndose así no solo en un duelo de catrinas y altares sino también de porras, como los grandes de gladiadores de la antigua Roma, aunque no con lanzas y escudos sino con un gran
La noche cayo, los altares ya estaban terminados, el olor a incienso se hacia presente, inundaba los corazones de la gente haciéndoles adentrarse en las antiguas culturas, evocando épocas pasadas en las que nuestros antecesores los aztecas practicaban en rituales con incienso y copal. El  concurso de catrinas dio inicio, chicas y chicos de las diferentes carreras vistiendo atuendos alusivos a la muerte recitaron calaveras para diferentes maestros y administrativos del centro universitario, vestidos de negro y elegantes mostrando el reflejo de  lo sombrío y lo misterioso, tal como se representaría a la muerte, pues aunque siempre estamos en contacto con ella, nadie sabe como describirla y nadie sabe que hay mas allá de ella.
A pesar del frio y del cansancio, las porras no se hicieron esperar, la alegría contagiante inundaba los pasillos, los jóvenes apoyaban a sus respectivas espíritu y mucha creatividad.
 El grupo de danzantes lucio sus muy ensayados pasos al ritmo de los caracoles, luciendo los exóticos colores de sus trajes, las plumas de sus muy coloridos penachos ondeaban al ritmo de los tambores mientras los jóvenes los observaban como queriendo formar parte de su ritual mágico.
Los jueces pasaron a cada uno de los altares a calificar desde la distribución de los elementos en el altar, como la explicación que se daba sobre cada uno, los participantes presentaron sus altares con videos, música y cantos. Siempre en un concurso existen nervios, pero este no fue el caso, los participantes no se preocuparon por la calificación de los jueces, lo mas importante era disfrutar el momento, conmemorar a los que ya no están presentes, disfrutar de una noche fría, que con las emociones se convirtió en una noche cálida, perderse en ese otro mundo de las velas, las flores y el incienso en el que parece que la realidad no existe.